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CRUZAR EL ATLÁNTICO // Atlantic Crossing

Bitácora #3: Cruzar el Océano Atlántico Norte

Ahora sí llegó el momento: a cruzar el Atlántico. De Bermuda a Azores hay 1,800 millas náuticas (3,333 km). Azores es un archipiélago portugués que queda aprox a 3/4 de camino de Estados Unidos a Europa. Es una parada obligada de marinos desde los tiempos de Colón. Y sigue siendo un puerto lleno de barcos y navegantes de todas partes del mundo. Muy único e increíble!

Pero todavía estábamos en Bermuda preparándonos para salir. Una de las primeras tareas al llegar a puerto, es hacerse cargo de los residuos generados durante el tiempo en el mar. Obviamente, sólo lo 100% orgánico y compostable se puede tirar al agua, y el resto se acumula hasta llegar a puerto. Me llamó mucho la atención descubrir que en Bermuda sólo recuperan metal y vidrio. El resto, incluyendo el plástico, va a una planta de incineración. Sin embargo, por otro lado, no encontramos basura plástica a simple vista en la calle, ni en las playas.

Previo a soltar amarras necesitábamos hacer algunas reparaciones. La más importante (y demandante) fue la del piloto automático. No tenerlo implicaría tener que tomar turnos en guardias mucho mas desgastantes y cansadoras. Conseguimos que Pablo, tripulante que se sumaba volando desde USA, traiga las nuevas partes. Instalar y calibrar un piloto automático no es nada simple. Pero después de un día entero de trabajo en equipo (y ayuda telefónica de un experto en el tema- Zorzo) terminamos la instalación. Cuando le dimos corriente y funcionó, no lo podíamos creer. Agotados, nos fuimos a descansar para salir temprano al día siguiente.

Estimábamos que nos llevaría entre 15 y 20 días llegar a Azores desde Bermuda. Era el tramo más largo de la ruta. Y también más incierto con respecto a las condiciones meteorológicas. El pronóstico aparentaba ser bueno, pero no tiene más alcance (confiable) que una semana. Las características de esta ruta en esta época del año son muy cambiantes. Tendríamos que estar muy atentos para no ser sorprendidos por una tormenta o un frente frio (mucho viento).

Los primeros 3 días fueron de calma total. El mar parecía un espejo y el cielo se reflejaba idéntico, mostrando unos paisajes que no se pueden creer. Por otro lado, estos fueron los días que más plástico vimos. A cada rato veíamos a simple vista otro pedazo de plástico de entre 10 y 30cm, de algún objeto irreconocible. En algunos casos nos acercamos y nos impresionó la cantidad de vida que se acumula en y alrededor de esta basura plástica. Posiblemente estos seres vivos se acercan en busca de alimento, y engañados terminan ingiriendo no sólo plástico sino los químicos tóxicos que este material atrae en las condiciones marinas. Además, aprovechamos la calma para tomar muestras de microplásticos, usando el dispositivo que nos facilitó el Instituto 5 Gyres. Documentamos nuestros hallazgos y sus resultados se sumarán al reporte que presentaremos al final de la expedición.

Al cuarto día, salimos de la calma y empezamos a tener viento de popa que nos llevaba a un promedio de 6 nudos. No nos podíamos quejar. Veíamos delfines casi todos los días; a veces hasta dos veces por día. Se ve que les encantaba venir a la proa de Fanky a saltar y cruzarse de lado a lado. A veces de a 10 o 15, mas bien pequeños - no más de 1.5mts.  Nos acompañaron casi todo el camino, hasta unos días antes de llegar a Azores.

Pero el premio al acompañamiento de nuestra travesía se lo llevan las “fragatitas” (también conocidas como carabela portuguesa). Sin duda el animal que más vimos a lo largo de todo el camino. Las “fragatitas” son un tipo de meduza que tiene una especie de aleta vertical gelatinosa que sale a la superficie, como vela para navegar. Es increíble. Incluso los días de viento fuerte y olas las veíamos navegando contra viento y marea, tumbándose con las olas una y otra vez y levantándose para seguir su navegación. Son como unos mini barquitos, las más grandes que vimos serían de 15cm. Pero son muy vistosas porque son transparentes con el borde en tonos azules y rosados que reflejan con la luz. Más de una vez me las confundí con plástico, porque se ven como una botella de plástico abollada. Tristemente, me imagino cómo se confundirán sus depredadores (tortugas y pulpos)!

Además de animales, durante la segunda semana en el mar, a medida que nos empezábamos a acercar a Azores, nos cruzamos con algunos pocos barcos y nos hicimos algunos amigos. Si, si, en el medio del Océano Atlántico. La realidad es que después de muchos días en altamar, cuando aparece un barco en el radar te dan ganas de hablarles (sobre todo a nuestro capitán). Y así conocimos a José Antonio, o Vagabundo (como le decíamos por el nombre de su barco). Vagabundo es un español de Almería que estaba viajando sólo en su velero. Sólo! Después descubrimos que hizo este cruce más de 10 veces y que es un personaje conocido en el mundo de los navegantes oceánicos. También conocimos a dos familias holandesa que iban con sus hijos pequeños, quienes sorprendentemente también colaboran con las tareas del barco y hasta hacen guardias.

En un momento, al día 9 de navegación, vimos en el horizonte un velero más grande que nosotros. Por alguna razón no nos pasaba, aunque debería ser más rápidos que nosotros por su tamaño. Tampoco respondía a las llamadas por radio, ni figuraban en AIS (sistema para ver otros barcos). Estuvimos 3 días viéndolos en el horizonte detrás nuestro. Ya empezábamos a preocuparnos cuando se empezaron a acercar, hasta que nos llamaron por el radio (que al parecer no les andaba bien). Nausicca llevaba a bordo 4 franceses, dos parejas jóvenes. Nos acercamos tanto que quedamos a metros de distancia. Nos sacamos fotos de barco a barco, compartir música y alguna anécdota por radio VHF. Según nos contaron, tenían rotas las luces de navegación y por eso nos seguían los pasos tan de cerca - por seguridad.

Los últimos días fueron bastante más movidos. El viento aumentó y se puso de frente; la ola creció hasta unos aprox. 3 mts y se combinó con otra que venia del costado. Dos noches antes de llegar tuvimos un incidente. Eran las 3am y Pablo estaba de guardia; el resto dormíamos. De repente: PUM! Le dimos a algo, el barco se frena por un momento, y sigue. Todos nos despertamos. ¿qué pasó? ¿qué fue eso? Nos chocamos una ballena. Pablo, que estaba de guardia, nos contó que después del golpe, vio a la ballena sacudiéndose como a quien molestan mientras duerme y alejándose en el horizonte desde nuestra popa. En navegación, uno se va acostumbrando a muchos ruidos y movimientos: chirridos de los materiales del barco que se esfuerzan, de las olas que golpean fuerte en el casco y el constante movimiento tridimensional a veces exacerbado por olas más grandes que te obligan a ir siempre agarrado. Pero la sensación de un golpe seco en el medio del mar te deja helado. Habiendo leído historias de ballenas atacando barcos después de ser molestadas (a lo Moby Dick), todos nos quedamos bastante preocupados y con temor de que vuelva para atacarnos. Por suerte, no fue más que un gran susto!

Después de casi 13 días en el mar, llegamos a Azores, al puerto de Horta. Horta es un lugar muy único en donde navegantes de todo el mundo se encuentran en un icónico bar (Peters) a escuchar música en vivo, tomar Gin & Tonic y compartir anécdotas. Ahí nos fuimos encontrando uno a uno con nuestros amigos del mar, y nos abrazamos como si fuéramos viejos amigos. Por suerte, no teníamos mayores reparaciones que hacer en Horta, así que aprovechamos para descansar de las casi dos semanas en altamar y prepararnos para el siguiente tramo que nos llevaría hasta Europa continental.

Ruta Bermuda - Azores

Ventaja de tener piloto automático: leer en tu guardia

La calma-calma

Tomando muestras de microplásticos en un mar-espejo

Delfines bailando en la proa

"Fragatita" (Imagen: PBase)

Foto de Fanky por Nausicca

Últimos días mas revueltos

Ilustración de Moby-Dick (Imagen: A. Burnham Shute/Wikimedia Commons)

Recién llegados a Horta, Azores. Gracias tripulación! (NachoZap, Pipi, Pablo)

Logbook #3: North Atlantic Ocean Crossing

Now the moment of the truth: the crossing to the Atlantic Ocean. There are 1,800 nautical miles from Bermuda to Azores. Azores is a Portuguese archipelago located at approximately at 3/4 the distance between US and Europe. It is a “mandatory” stop for all sailors, since the era of Colon. And today it continues being a special port full of sailboats and sailors from all over the world. A very unique place!

But we were still in Bermuda preparing to cast off. One of the first duties when we get to a port is to dispose all waste and recyclables generated during the time at sea. Only the 100% organic and compostable can be thrown into the water; the rest has to be stored until you get to port. I was very surprised to learn that in Bermuda, they only recover metal and glass for recycling, while the rest - including plastics - is incinerated. On the other hand, we have not seen litter on the streets, water or beaches.

Before setting sail, we needed to do some repairs. The most important (and demanding) was the autopilot. Not having it would mean to steer 24/7, taking turns, and that would be exhausting. Thankfully, Pablo, a new crewmember who was joining us from the US, brought with him the parts that we needed. To install and calibrate an autopilot is not as easy as it sounds. After a day of team work (plus the help of an Argentine expert on this - Zorzo) we finished the installation. When we turned it on and it worked, we couldn’t believe it. We went to sleep very tired to rest well before departure the following day.

We estimated that we would need between 15 and 20 days to get to Azores from Bermuda. It was the longest leg of the route, and also the most uncertain in terms of weather. The forecast seemed good for the first week, but then we downloaded the updates for the second week during the crossing via satellite. The conditions of this route are usually variable. We would have to be very alert to avoid being cough by a storm or cold front.

The first 3 days were totally calmed. The sea looked like a mirror and the sky was reflected on the water as a picture. On the other hand, those were the days we saw more plastic. Very frequently we would see relatively large pieces of plastic (between 4 and 12 inches), of different unrecognizable objects. In occasions we would approach this debris and we were very surprised by the life that accumulates around this plastic waste. Possibly, this animals confuse these with food and they end up eating, not only plastic, but the toxic chemicals that this material attracts when is at sea.

We also used this calm water to take samples of microplastics, using the device that the 5 Gyres institute gave us, under the Citizen Scientist program. Following their protocol, we documented the findings for them to include in their dynamic map of ocean plastic. We will also report our findings after the exploration phase.

We got out of the calm zone on day 4 and with the wind in our backs we were going at 6 knots. We couldn’t complain. We saw dolphins almost every day, sometimes even twice a day. In seems they love playing with Fanky, jumping and moving from one side to the other. Sometimes they were 10 or 15 dolphins, usually small (of about 5 foot). They were great company along the passage, until we were getting to Azores.

 

But the award to the good companion of our journey goes to the “Portuguese carabela”. No doubt, the animal we saw the most along the way. This type of jellyfish has a special ALETA that goes above the surface and allows them to sail. It is really amazing. Even the days with more wind and sea-state, we saw them fighting against it. They are like mini sailboats, the largest we saw ere 6 inches. But it easy to see them because of their jelly sails with blues and pinks that reflect light. Often times I thought they were a piece of plastic, because they look very similar to a plastic bottle. Sadly, I imagine how confused their depredator would be (turtles and octopuses).

In addition to animals, during the second week at sea, as we approached Azores, we started seeing other boats in the radar, and we made friends. Yes, in the middle of the Atlantic Ocean. The reality is that after many days at sea, when you see someone in the radar you want to talk to them. That is how we met José Antonio, o Vagabundo (Vagabond) like his boat´s name. He is from Alicante, Spain, and has been sailing alone. Alone! Later we discover that he did the Atlantic crossing more than 10 times, and is a well known character among oceanic sailors. We also met two dutch families that were traveling with their little kids, who surprisingly also collaborate with the duties on board, and are even responsible of some shifts.

At one point, day 9, we saw in the horizon a sailboat, larger than ours. For some reason it was not reaching us, although it should have, given its size. They were not answering our radio calls, nor showed up in our AIS (system to see other boats on the chart plotter). We started to worry when they started to approach us. Once closer, they called us on the radio (apparently it didn’t work well). Naussica was the name of the boat and its crewmembers were two French young couples. We immediately connected. We approached so close we were only a few meters from each other. We took each other pictures, shared music and some anecdotes via VHF radio. They told us that their navigation lights were broken and that is why they were staying so close to us - for safety.

Two nights before getting to Azores, we had an incident. It was 3am and Pablo was on watch; the rest of us were asleep. Suddenly: PUM! We hit something; the boat almost stops for a moment and then continues. We all woke up. What happened? What was that? We hit a whale! Pablo, who was on deck, told us that he saw it in our stern, moving like if it was just woken up, and then swimming away in the horizon. Sailing for days, one gets used to the different noises and movements: the squeaking of the stressed materials of the boat, the waves hitting hard the hull, and the constant tridimensional movement sometimes altered by a bigger wave that forces you to always be grabbed to something. But, the feeling of a crash in the middle of the night is scary. Not only this, but we were also worried about the whale coming after us (a la Moby Dick). Luckily, nothing happened to Fanky, the whale did not come after us, and it was clearly not a strong hit for the whale as it was for us.

After almost 13 days at sea, we arrived to Azores, the port of Horta. Horta is a very unique place where sailors from all over the world get together at this iconic bar (Peters), to listen to live music, drink Gin & Tonic and share anecdotes. In Peters we met one by one our friends from the sea, and we hugged as if we were old time friends. Fortunately, we did not have major repairs to do, so we rested as much as we could after almost two weeks at sea and we prepare for the following leg, which would take us to continental Europe.

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